“RUBAN” de M. C. ESCHER.
Siempre tuvo habilidad para el dibujo desde la infancia y luego alguien le comentó que las líneas paralelas se unían en un punto en el horizonte, con lo cual comenzó a explorar el mundo tridimensional de la perspectiva de manera intuitiva.
Admirado e inspirado al descubrir la obra del ilustrador y dibujante holandés M.C. Escher, vió que había un mundo natural que se podía calcular, que le venía fascinando a través de la observación del crecimiento de las plantas, los patrones de distribución de las hojas, las espirales siempre presentes.
Posteriormente estudió arquitectura, carrera ligada al dibujo y le permitió aprender la composición. En arquitectura trabajó haciendo perspectivas profesionales, que posteriormente se coloreaban, con lo cual desarrolló la técnica del color de forma paralela. Siempre que tenía tiempo, se dedicaba a calcular espirales en todas las variaciones posibles y con la precisión que permite el manejo de la técnica al milímetro, producto de la práctica profesional.
Líneas cuando miramos la naturaleza. Hay líneas y, más importante aún, existen patrones, no siempre fáciles de leer para el ojo no entrenado, pero están ahí para el que sabe verlos o quizás, intuirlos. De alguna manera, consciente o no, todos tendemos a reaccionar ante ellos y los reconocemos al verlos como parte de nuestra memoria visual de lo que debería ser el mundo. La mente tiende calificarlos como ciertos de forma casi automática.
Trabajo manual. Cuando apareció el CAD (Dibujo asistido por ordenador) fue más fácil calcular las perspectivas comerciales, pero su trabajo de cálculo personal, siempre ha estado ligado a la mesa tradicional de dibujo, a utilizar líneas de soporte, de referencia, de simetría y Araujo disfruta del trabajo manual y de la trama gráfica que va quedando como un sustrato de fondo y como una base desde la que se lanzan a volar las mariposas en secuencias preestablecidas, entre la maraña de líneas y andamiajes geométricos. En resumen, no ha significado nada el uso de la tecnología en su trabajo actual que es renacentista en origen.
Naturaleza en clave de Conchas y Mariposas. Las conchas son, definitivamente, muy “geométricas”. Cada una de ellas, según su variedad, es una ecuación congelada en carbonato de calcio. La fórmula es relativamente sencilla y bella al mismo tiempo. Con las mariposas sucede que son los sujetos perfectos para ejemplificar en colores y movimiento, trayectorias de espirales que de otra forma serían unas meras curvas tridimensionales interesantes pero áridas para quien no sea un especialista en la materia. Las mariposas, en cambio, permiten percibir el orden y la magia implícita de las espirales en ascenso, mientras baten sus alas dentro de un cálculo platónicamente perfecto. El alma aspira a la perfección platónica.
Golden Ratio, Proporción Aurea, el PHI. En realidad, el orden absoluto no existe, ni está restringido a un número particular, PHI, en este caso. PHI representa la idealización de ese orden y él en sí mismo es un número único, presente en relaciones matemáticas y geométricas únicas. Ahora bien, la ”Espiral de Fibonacci”, que se construye con una sucesión de números cuyo cociente es PHI, es una aproximación a “La Espiral Ideal”, la espiral de las galaxias, de la alineación de las semillas de girasol, los tornados, etc., pero es solo eso, un aproximación. Araujo afirma que el número de espirales similares es infinito, como son infinitas las situaciones en que las ellas son protagonistas y que de ese infinito número, la de PHI la representa a todas en el ideario de nuestra conciencia colectiva desde que se tiene memoria. En ese sentido PHI es único. Desde Da Vinci hasta Escher, sus influencias han sido los pintores flamencos como Jean Van Eyck, o el alemán Albrecht Dürer. Leonardo el teórico, Miguel Angel el pragmático. Escher fue su admiración que le abrió los ojos ante el universo N-Dimensional, el valor del conocimiento y el dominio de la técnica como medios de trascender lo cotidiano.
